FOTO PARA EL CASO CERO

Caso cero: nuestro pequeño León

Comenzar a trabajar como consultora en sueño infantil ha sido un descubrimiento y nuevo reto profesional. Esto lo descubrí cuando decidimos con Pablo, mi compañero, realizar el acompañamiento en sueño de nuestro pequeño León.

Por un lado, como consultora en sueño, entendía que sería yo quien guiaría y acompañaría a Pablo durante el proceso, pero no contemple que desde mi rol maternal (al cuál la razón muchas veces no accede) también necesitaría sostén durante el mismo.

Hoy en base a mi experiencia con mi peque y también de otros que he acompañado puedo decirte que el éxito de un acompañamiento en sueño depende: un 40% de los papás o cuidadores (de su consistencia, confianza y seguridad al momento de acompañar al peque), un 40% de el consultor (su apoyo, guía paso a paso y capacidad para brindar soluciones acordes) y un 20% de el plan de sueño (diseñado en base a las necesidades de sueño, etapa del desarrollo, temperamento y actividad del pequeño). 

PRESENTACIÓN DE CASO: cuando realizamos el acompañamiento en sueño, León tenía 16 meses, continuaba con lactancia materna a demanda y realizábamos colecho. Si bien estábamos cómodos con la rutina de sueño, comenzábamos a no disfrutar plenamente de la misma. León se movía cada vez más y nos despertaba de forma casi constante. Por lo que, el sueño fragmentado iba acumulando cansancio y mal humor durante el día. Fue entonces que sentimos la necesidad de pasar página y guardar esos acogedores meses de colecho en el recuerdo.     

OBJETIVOS:

  • Trabajar en un destete nocturno respetuoso.
  • Mudar a León a la cama en su habitación.
  • Crear asociaciones positivas con su rutina y entorno de sueño.
  • Acompañarlo durante todo el proceso de adaptación y mientras consolida su habilidad para dormirse.

PREPARACIÓN:  

Cuándo 

  • Con las agendas en manos nos sentamos y escogimos unas semanas en las cuáles tendríamos más flexibilidad laboral para llevar los cambios adelante.
  • Acordamos no organizar salidas con amigos, cenas en casa o escapadas por los próximos fin de semana.  

Quién 

  • Decidimos que sería Pablo quién llevaría adelante el proceso de cambios. Dada nuestra situación laboral entendimos que de esa forma Pablo podría compartir con León un momento especial de su día. Asimismo ayudaría a León transitar el destete nocturno sin confusiones manteniendo su lactancia durante el día. 

Cómo

  • Durante la etapa inicial de destete nocturno Pablo y León continuaron realizando colecho y yo dormí un par de noches en otra habitación.
  • Posteriormente mudamos a León a su cuarto. Inicialmente Pablo durmió al lado de su cama (simulando el colecho) y gradualmente fuimos trabajando en la separación física.

Ajustes en su entorno de sueño:

  • Ajustamos la hora de la cena y de acostar a León.
  • Favorecimos el tiempo que pasaba en su habitación a través de juegos y la realización de siestas en su cama.

Compromisos mutuos:  

  • Yo me comprometí a confiar en la capacidad de Pablo para acompañar y calmar a León, sin interrumpir el proceso.
  • Pablo se comprometió a apagar la “radiomente” y procurar disfrutar del acompañamiento aunque ambos sabíamos que al inicio iba a ser desafiante.

DESARROLLO, testimonio de Pablo:

Realizar el acompañamiento de sueño de León podría ser narrado, desde la distancia del tiempo, como un caso de éxito.

Más de una vez me he encontrado contando satisfecho que León duerme solo, lo lindo que es verlo irse quedando dormido en su cama, las horas que descansa, el buen humor con el que se despierta y como ayudé a que conquistara esa independencia.

Sin embargo, si me esfuerzo en recordar el día a día del proceso, puedo atestiguar que fue desafiante y que requirió el conocer y reconocer a León, confiar en Natalia, ya no como madre sino como profesional y desarrollar una serie de habilidades que hasta entonces no había contemplado. A continuación, voy a contar una de las situaciones que recuerdo con mayor nitidez.

La segunda noche del destete, mi primera noche como mal padre o, el día que perdí a mi esposa y gané a una consultora.

Uno se apronta para recibir el primer golpe, pero no el segundo y eso fue lo que me ocurrió con León en nuestra segunda noche. Luego de bañarlo y tomar pecho con Natalia, lo llevé a “la cama grande” donde, entorno a las ocho de la noche, se durmió sin mayores dificultades.

Salí del cuarto luego de dormir a León. Era habitual tener un tiempo para nosotros donde charlar, mirar una serie, tocar la guitarra o compartir un té. Cerca de la media noche fui charlando con Natalia hasta la puerta de la habitación sabiendo que ella dormiría en el cuarto de León, mientras yo haría lo propio en nuestro cuarto con el peque.

Al despedirnos tuve la mala idea de pedirle a Natalia que chequeara que todo estuviera en orden, un beneficio de compartir casa con la consultora. Cuando León escuchó la voz de la madre en la puerta (supongo que se habría despertado minutos antes, ya que era la hora en que habitualmente tomaba pecho) empezó a llorar desconsoladamente pidiendo por ella. Yo traté de consolarlo, pero pasado creo 15 minutos, eternos, me sentí desbordado y pensé que esto no era para mí, que quizá tendría que aceptar que no iba a dormir de corrido hasta que León tuviera ocho o nueve años, como les pasó a mis padres conmigo.

En busca de oxígeno salí del cuarto y fui con Natalia, le dije: yo lo quiero hacer pero no sé cómo, no tengo las herramientas, no estoy preparado, no lo conozco como vos.

Aún recuerdo con mucha claridad sus palabras: podemos cortar el proceso por acá, pero no te estreses y no estreses a León. Él reclama lo que hasta ayer tenía como recurso para dormirse, es normal que al no obtenerlo proteste y llore.

Vos sos el padre y él se siente seguro contigo durante el día, por qué no habría de sentirlo en la noche. Es verdad que no podés darle el pecho pero sí tienes otras herramientas, hablale, abrazalo y contenelo. Cuando este calmo colócalo sobre tu pecho como sueles hacer, se sentirá seguro y se dormirá.

Podría contar otras instancias, pero creo que lo que compartí habla de dos o tres cosas que valoré en el acompañamiento en sueño de León: la confianza en mis recursos, Natalia sabía que mis palabras y brazos lo calmarían; la serenidad, cuando el caos era inevitable, Natalia frenó la tendencia. Cuando estás cansado y te sentís desbordado es fundamental que alguien te trasmita serenidad y ponga las cosas en perspectiva; la instrucción sencilla y directa, hay ocasiones en las que uno no puede elaborar ideas claras de cómo resolver una situación, más aún luego de un año de sueño irregular, por lo que una instrucción clara hace más fácil el actuar.

Durante el acompañamiento se sucedieron otras instancias tanto o más desafiantes, como cuando León empezó a caminar y ejercitaba los movimientos dormido, los períodos o “tormentas” del desarrollo e incluso el ir tomando distancia física para permitir que se durmiese solo.

En cada una de esas oportunidades conté con una explicación de lo que estaba aconteciendo, cosa que valoré mucho porque me brindó un contexto. Asimismo, Natalia me transmitió serenidad, manifestó confianza en mis recursos y brindó una instrucción sencilla y directa.

En fin, ya hace más de un año del acompañamiento en sueño de León y aunque han existido noches desafiantes, se duerme solo y a gusto y yo he sido protagonista de una de las experiencias más lindas que la paternidad me ha brindado. Creo que a través del acompañamiento en sueño contribuí, de un modo amigable, a que León sea un poco más autónomo.

Esta ha sido la experiencia de León, Pablo y Natalia mamá, pero como Natalia consultora me gustaría decirles que, si bien durante los acompañamientos se obtendrán grandes conquistas, mientras se consolida el sueño habrán noches de insomnio, pero las mismas serán la excepción y no la regla.

Asimismo, con el servicio de la consultoría y las herramientas adquiridas ustedes sabrán cómo acompañar a vuestro peque cuando su descanso se vea afectado y vuestro peque habrá adquirido la habilidad de hacerlo por si mismo a través de un proceso gradual y respetuoso en un marco de contención.

¿Zarpamos?

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